lunes, 29 de noviembre de 2010

respirar

Aún no te has despertado, y ya retumba en tu cabeza, como el bombo de una batería en una canción lenta, pero sin marcar el ritmo de nada. Te acuerdas de una canción, eliges la música para intentar evadirte pero el vacío de los auriculares no hace más que aumentar el efecto, y en cada segundo que la canción cede vuelve para recordarte que sigue ahí, apareciendo de nuevo, multiplicando su sonido en forma de queja a cada silencio que le intentas forzar.
Inspiras, y notas el ruido relajado, cogiendo carrerilla para, (justo ahora) exhalar, sabiendo que al empezar va a acabar, quieras o no.
Crees estar por encima de eso, un simple intercambio de gases, por muy vital que sea, no puede atormentarte; lleva toda la vida ahí, te sientes egoista al recordar cada momento que echaste de menos poder respirar, debajo del agua o envuelto en humo, y sabes que volverás a echarlo de menos en el mismo instante en el que no pueda atormentarte, pero el intentar controlar la respiración, como ocurre con el parpadeo, le da un protagonismo que no se merece, al menos ahora.
Inhalar para exhalar, inspirar para expirar, con la traquea de peaje, el pecho moviendose compo prueba física y tus oídos enfermos tras días siguiendo el compás, de espectador.

Correr para intentar escapar.
Correr para intentar escapar, acaba con tus manos apoyadas en las rodillas, la cabeza agachada, y tu tormento multiplicado, gritando, cuando solo deberia susurrar.
Por eso se respira gritando al correr, para aprender a asumir de lo que no se puede huir.

1 comentario:

  1. El agobio de prestar una atencion inmerecida a lo mecanico. Me encanta como lo has descrito.

    Lo siento, los putos teclados ingleses no tienen tildes.

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